17/03/2022

Conocido como “oro blanco” o “oro del siglo XXI”, la extracción de litio no es lo que aparenta.
Argentina es el segundo exportador a nivel mundial porque forma parte del Triángulo del Litio junto a Chile y Bolivia, donde se estima que se almacena más del 50% del mineral de todo el mundo.
Se lo enuncia como un recurso estratégico para impulsar la economía del país y se lo incluye dentro de un discutible “discurso verde” que lo propone como una alternativa para reemplazar los combustibles contaminantes, ya que se utiliza por ejemplo para hacer baterías de autos eléctricos.
¿Es la “mina de oro” que dice ser? ¿Es una energía que puede considerarse sustentable?
Actualmente no hay ningún marco legal que regule la extracción de litio. Los salares en los cuales se encuentra el recurso son propiedad de particulares extranjeros. La mínima ganancia de la actividad deriva de los impuestos que las transnacionales pagan por desarrollar sus actividades en el país.
Un grupo de mujeres organizadas en las comunidades indígenas Atacameños y de Antiofaco del Altipano, llevan tres años de lucha en Antofagasta de la Sierra, territorio a través del cual se accede al Salar del Hombre Muerto en Catamarca. Impiden el paso de los camiones de las empresas y piden explicaciones acerca de cómo extraen el litio, qué sucede con el agua y de dónde la sacan.
El agua en la Puna es bastante escasa. Se necesitan 2 millones de litros de agua para producir 1 tonelada de litio. Los salares son humedales que representan reservas de agua dulce muy importantes para la biodiversidad de la región y las comunidades que allí viven. La aprobación de la ley de humedales afectaría estos intereses extractivistas.
“El agua vale más que el litio” define los reclamos durante las protestas.
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